miércoles, 25 de diciembre de 2013

El hobbit: La desolación de Smaug

Título: El hobbit: La desolación de Smaug (The hobbit: The desolation of Smaug)
Director: Peter Jackson
Intépretes: Martin Freeman, Richard Armitage, Luke Evans, Evangeline Lilly
Año de estreno: 2013

Parece que entre 2012 y 2014 vamos a tener ese estreno navideño que los fans esperan con ansia. Cuando yo era niña, ese honor pertenecía a Disney, pero desde que Peter Jackson logró sacar adelante su adaptación de El hobbit, el mérito es todo suyo. Un viaje inesperado sirvió para abrir boca y dejarnos a todos con los ojos a bolillas con su nueva recreación de la Tierra Media, corregida y aumentada gracias a los avances que ha visto el cine desde que El Señor de los Anillos vio la luz (trece años va a hacer del estreno de La comunidad del anillo, nada menos), y con La desolación de Smaug seguimos las aventuras y desventuras de Bilbo Bolsón, Thorin Escudo de Roble y su compañía de enanos para alcanzar el corazón de la Montaña Solitaria.

Perseguidos por Azog y sus orcos, Bilbo, Gandalf, Thorin y los enanos buscan refugio en casa de Beorn. Gracias a éste recuperan fuerzas para volver a encaminarse a la Montaña Solitaria, pero de camino tendrán que enfrentarse a los peligros del Bosque Negro y a los altivos elfos que lo habitan antes de alcanzar Esgaroth, el humilde pueblo a los pies de la Montaña Solitaria, donde el arisco Bard se convertirá en su cicerone. Mientras tanto Gandalf, separado de la compañía a las puertas del Bosque Negro, investiga por su cuenta los extraños sucesos que tienen lugar en la Tierra Media y que anuncian que un mal más grande que cualquier otro se prepara para hacer acto de presencia.

Ya se anunció, cuando se confirmó que El hobbit, un libro infantil y bastante corto, iba a ver la luz en forma de tres películas, que Peter Jackson iba a tirar mucho de apéndices y anotaciones con los que Tolkien amplió el universo que había creado y en el que se desarrollaron sus obras. Es en La desolación de Smaug donde esas partes comienzan a cobrar un protagonismo importante, pues nos permiten conocer, por ejemplo, el periplo de Gandalf al separarse de Bilbo y la compañía de enanos. Sin embargo, las novedades no se detienen ahí, ya que como toda adaptación literaria, la trilogía de El hobbit cuenta con sus licencias, entre otras la introducción de Tauriel, una elfa silvana que me produce sentimientos encontrados, pues aunque el personaje me gusta, encuentro que introducir con calzador un personaje femenino sólo porque si no hay una chica, alguien se quejará, es un mal criterio y además traiciona el espíritu de la obra: no olvidemos que, para bien o para mal, El hobbit se publicó a finales de los años 30.

Visualmente, La desolación de Smaug resulta tan espectacular como su predecesora; es más, los 48 frames por segundo aportan al metraje una textura sencillamente espectacular. Caracterización y fotografía apoyan la épica aventura en que Bilbo deja de ser protagonista absoluto para dejar un poco de espacio a los demás personajes, entre los que destaca Legolas, un viejo conocido.

Puntuación: 8

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