lunes, 16 de agosto de 2010

Revisión: Ouran Kokou Host Club


Título: Ouran Kokou Host Club
Estudio de animación: Bones
Número de episodios: 26
Distribuidora en España: Ninguna
Emisión original: 2006

Esta serie es muy especial para mí, sobre todo porque me ayudó a descubrir que me gusta más reír que llorar. Me explico: mi género favorito dentro del manga es el shoujo, y estos mangas se suelen caracterizar, además de por un empleo sistemático de los tópicos más tópicos hasta en el orden de los acontecimientos, por los enormes sufrimientos por los que pasan los protagonistas, especialmente la heroína. Dado que me inicié con CLAMP, mis mangakas predilectas, cuyas obras suelen ser dramáticas, ya tenía casi asimilado que el tono general de los mangas shoujo era trágico, aunque las viñetas se viesen iluminadas de vez en cuando con algunas bromas. Ouran Kokou Host Club, que conocí a través de su versión anime, me proporcionó una historia muy diferente, me descubrió que comedia y romance no están reñidos en el manganime y me abrió las puertas a interesarme por otras series de la misma tónica, como Lovely Complex, Special A o Kaichou wa Maid-sama!, actualmente en emisión.

La protagonista de esta delirante serie es Haruhi Fujioka, una estudiante modelo cuyas excepcionales notas le permiten ingresar en la exclusiva Academia Ouran, un colegio para niños ricos en el que nadie parece preocuparse por los estudios salvo ella. Un buen día, buscando un lugar tranquilo donde estudiar, Haruhi se topa con la Tercera Sala de Música, sede de un extravagante club, el Host Club, formado por un grupo de jóvenes cuya actividad es pasar el rato con las alumnas del instituto deleitándolas en la medida de lo posible, cada uno con un papel de acuerdo a sus características más notables: el salvaje Takashi Morinozuka, el loli-shota Mitsukuni Haninozuka, los demonios Hikaru y Kaoru Hitachiin, el severo Kyouya Ootori y el "príncipe" Tamaki Suoh. Accidentalmente, Haruhi rompe un valioso jarrón, por lo que contrae una altísima deuda con el club, y sólo tiene una manera de pagarlo, que es trabajando también como host, y es que al principio, los seis miembros del club toman a Haruhi por un chico... aunque ciertas circunstancias les hacen ir saliendo de su error. No obstante, Haruhi sigue debiendo una cantidad exorbitante de dinero, por lo que los miembros del Host Club le obligan a seguir trabajando para ellos.

Para empezar, Ouran Kokou Host Club no cuenta con un argumento al uso. Aunque las protagonistas que tienen que hacerse pasar por chicos o viceversa (lo que en inglés se conoce como crossdressing o gender bender) no es nada nuevo ni el en shoujo ni en ningún otro género del manga o de la ficción en general, las circunstancias de Haruhi se salen de la norma: no lo hace del todo por obligación ni del todo por propia voluntad, sino porque le da igual. Raro, ¿verdad? Pero es que Haruhi no es una protagonista shoujo como las demás: vive en su propio mundo de ingenuidad y sólidos valores de normalidad a pesar de las propias rarezas de su rutina familiar (su padre es un travesti) y suele limitarse a contemplar con asombro los extremos caracteres de sus compañeros del Host Club, que obviamente se acaban convirtiendo en sus mejores amigos. Los demás personajes, tanto los que comparten protagonismo con Haruhi como los que quedan en un plano más secundario son caracterizados por unas personalidades, como ya he dicho, muy extremas y propensas a la extravagancia más absurda. Sin embargo, todos ellos tienen su propia desgracia personal que les dota de profundidad, al más puro estilo Fruits Basket.

La ambientación de la serie es exagerada para resaltar las diferencias entre Haruhi, una chica normal de la clase media japonesa, con sus multimillonarios amigos y compañeros, que gastan dinero a espuertas en los caprichos más inimaginables y viven en mansiones donde todo es gigantesco y recargado. ¿Se trata quizá de una referencia clave para los japoneses, que viven en apartamentos compuestos por una sola habitación y un baño? La propia Academia Ouran no es sólo inmensa en todas sus proporciones, sino que además es completamente de color rosa, dando un toque muy shoujo pero también sutil a las increíbles situaciones que tienen lugar no sólo en el Host Club, sino en todo el campus.

Y es que, además de lo ridículamente extravagante de las aventuras de Haruhi y compañía, la presencia de numerosos elementos que adornan el entorno de los personajes, sobre todo las oportunas pieles de plátano que les hacen caer a todas horas, las rosas que adornan el fondo de muchas secuencias o las numerosas flechas que atraen la atención sobre elementos concretos (ese jarrón...), aumentan con mucho la sensación de locura total que preña gran parte de los episodios. Destaca, además, el empleo de pequeños elementos simbólicos centrados en uno o más episodios que nos ayudan a comprender ciertas situaciones sin necesidad de expresarlas con palabras, o reforzando ciertos hechos, como las famosas bombillas del primer episodio. El tono general es muy fresco, y todos estos elementos hacen de Ouran Kokou Host Club una serie que merece la pena volver a ver una y otra vez.

Puntuación: 10

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